13 de mayo de 2010

Hace mucho que no visito un probador


A mis veintipico, tenía un trabajo decente, vivía sola por primera vez y si bien el sueldo era exiguo, sobraba para comer y alquilar. El resto era rigurosamente gastado hasta su última peseta en ropa, salidas y viajes. Si bien seguía comprando en Zara, empezaba a darme el gusto de tener ciertas piezas especiales, como, por ejemplo, un bolso de Loewe o un pantalón de Adolfo Domínguez. A la vuelta de mi departamento en la calle Bonaire, en Palma de Mallorca, había una pequeña boutique que era mi perdición. Entraba de vez en cuando, para matar el aburrimiento, y su dueño, simpatiquísimo y gay, para más datos, me esperaba con gestos exagerados y frases como “¡Menos mal que viniste! me llegó una blusa fenomenal que, cuando la ví, pensé “ésta es para Dana”. Y la verdad es que el desgraciado tenía buen gusto, yo entraba en la trampa de probarme lo que él quería y siempre terminaba comprando algo. Recuerdo haber llegado a fin de mes, más de una vez, con escasas veinte pesetas en la cuenta bancaria. Pero ¿qué importaba? El día uno volvían a llenarse las arcas.

A mis treinta, Miami me esperaba con un aumento sustancial de sueldo, las liquidaciones de fin de temporada y una absoluta indiferencia por el ahorro. Viajé por medio mundo, fui a las inauguraciones de los mejores restaurantes y cuando no estaba tirada en la arena, hablando por el último modelo de teléfono celular (que, en la época, era del tamaño de un micro-ondas), gastaba las tardes probándome ropa en mis tiendas favoritas. Vivía en la ignorancia de la existencia de cupones, “outlets” o clubs de compras y mentía a mis padres sobre la cantidad de dinero que quemaba, para preservar su salud cardíaca. Conservo todavía, desde aquella época dorada, las piezas más valiosas de mi ropero: etiquetas de Armani, Donna Karan, Dolce & Gabbana o Ralph Lauren. Clásicos y básicos.

A mediados de los treinta, me casé y la época más feliz de mi vida vino acompañada de la Inquisición, no religiosa sino financiera. Me tocó en suerte y de compañero de viaje un “ahorrador” y financiero. O. miraba espantado las tarjetas de crédito, hacía presupuestos y los rehacía cada mes. Aparentemente, había que ahorrar si queríamos tener solvencia financiera para un futuro incierto. Que lo parió. Sabía que algún día tenía que pasar. Sabía que algún día la época de la “plata dulce” iba a acabar y me lo tomé con soda. Comencé a descubrir los outlets y las compras fuera de temporada.

A mis cuarenta y pocos llegó Maxi. Con este hito gigantesco y milagroso, llegó también el mayor gastador de la casa y el mayor ladrón de tiempo. Puestos a escoger entre bañarme e irme de compras elijo, normalmente, entrar a la ducha. O cortarme las uñas. U otros lujos, como depilarme. Sigo arrastrando a mi hijo en su cochecito por los centros comerciales pero debo decirles que la paciencia que tienen los niños de un año para mirar vidrieras es escasa. Si además de mirar vidrieras, una quiere entrar a ver lo que hay colgado en las perchas, a los dos minutos Maxi me mira como diciendo “¿me estás tomando el pelo o qué?” y me hace saber de forma categórica que ésa no es su idea de una tarde divertida tirándome, por ejemplo, una mamadera a los pies, mientras lanza un alarido que asustaría a Tarzán. “Ni hablar de entrar al probador… no?” le pregunto, resignada. Así que opto por entrar rápido a la tienda, mientras lo entretengo con el estuche de mi Blackberry, decidir en un milisegundo y a ojo la prenda que mejor me va a quedar en color, talle y modelo y disparar hacia la cajera más rápida.

En resumen, a mis cuarenta y tantos, compro mi ropa en las liquidaciones del supermercado, sin probar y con cupones de descuento. No es una queja; sigo siendo muy feliz. Es una simple constatación de hechos. Pero después no me pregunten por qué no quiero sacarme fotos…


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13 comentarios:

Mamaceci dijo...

Ay dios! me vino a la mente el momento que acompañé a mi hermana a comprarse un vestido que necesitaba para una fiesta. Ella vive en el interior y estabamos aprovechando en su último dia en buenos aires con mi sobrina de 1 año en ese entonces. Entramos a un solo lugar, se probo (solo)tres vestidos mientras la gordita era entretenida fuera del probador por dos empleadas y yo. Finalmente eligió el que le quedaba mejorcito en vista de que no podría seguir buscando...Como hacen?

Natie dijo...

Hola, Dana... yo además de comprarme algo cada muerte de obispo, y sin probarmelo, decidí experimentar ahora con las compras por internet. Mientras no cambie mi talle, vamos bien. Tobias era un amor para salir de compras hasta los 6 meses, porque se dormía y lo metía conmigo al probador con coche y todo. Ahora ni loca. Ni a él le pruebo su ropa, compro a ojo, y ya está; Si sale bien, súper, si sale mal, lo regalo. C'est la vie

Verte dijo...

Atalo al cochecito y que se la banque. Te parecerá muy cruel (como me parecía a mí cuando Ramiro tenía un año) pero todavía es manejable. Cuando caminan directamente se te escapan. Y cuando son más grandes y entienden el "no te vayas" o la psicopateada materna de "yo te aguanté todo el día, ahora vos acompañame a mí y esperame diez minutos" te dicen "no quiero, estoy aburrido, vamos" se van a la mierda o se trepan a todos lados para desafiarte. Entonces se te empieza a salir la cadena y a la décima vez que le decís "esperá" terminás a los manotazos agarrándolo de la campera y mascullando entre dientes "te dije que te quedes la rep...." y varias barbaridades más mientras te reprimis para no zamarrearlo, entonces te empieza a dar verguenza de vos misma y terminás yéndote sin comprar nada.
Será que hoy tuve un mal día filial: no fue al jardín, no durmió siesta, lo llevé al supermercado y le tuve que comprar 800 boludeces, no se aguantó quieto ni mirando la tele, me lastimé el dedo y mientras me vendaba la mano que sangraba como loca el tipo venía con la afeitadora del padre pasándosela por la cara y diciendo "mirá mama, me estoy afeitando" con el filo a pleno, volcó el segundo frasco de shampoo en la ducha a proposito y como lo reté me pateó la notebook en venganza, como casi lo reviento a palos lloró media hora llamando al padre (que no está) y escupió el antibiótico dos veces.

Kickucita dijo...

Danita linda, en mi busqueda de solvencia economica aunque me signifique cambio de rumbo profesional y con profunda envidia de la vida que podias llevar a los 30, (y tb por supuesto de la que llevas hoy aunque la ropa la compres en supermercado y sin probarte:) puedo preguntarte sin dar demasiado detalle y si no te incomoda, a que te dedicas?? es pura curiosidad te juro, porque realmente no se si es la profesion, o el pais, pero no se lo que es tener mas de un pantalon, un par de botas y marcas en mi placard, bueno, Zara es lo mejorcito que vas a encontrar... no me quejo eh? bueno, si, jajaja un poquito.
besotes amiga :)
ki.-

Greis dijo...

Amiga querida!!! me rei con lo de la Inquisicion...

Cuando son mas grandes la cosa mejora...en estos dias entre a 20 casas de zapatillas, de juegos para play, de electronica...pero logre meterlos en un Ann Taylor...

Les dije se sientan y me fui al probador sin pensar ni pesar.

Cuando vimos las fotos del dia, muchas era de ellos haciendo monerias en la tienda como clara prueba de la "tortura" materna a la q habian sido sometidos.

Mira la parte positiva vos podes comprar por internet , probar tranquila y regresar si no te queda...vamos q te queremos ver en las fotos!!

Gabi dijo...

Los varones NUNCA tendrán paciencia para las tiendas y los probadores...incluidos los maridos. Tendrías que ver la cara de mi hijo mayor (10 años), si de casualidad llego a atraparlo para que me acompañe en una compra...ni ellos se prueban su propia ropa! El menor (4 años), directamente, "no quiere mucha ropa", según sus propias palabras. Recuerdo con nostalgia las largas tardes gastadas en buscar la bota, el zapato o la prenda justa. Ahora me salvan las papas del fuego las mujeres que venden ropa por su cuenta y vienen, de contrabando, a mi trabajo. Allí nos escapamos por tandas al baño a elegir y probarnos. Es el único lugar tranquilo porque las mujeres estamos solas, los niños en escuelas y guarderías, o con las empleadas en casa. Pero tampoco es una queja, como dice la Biblia, para todo hay un tiempo bajo el sol, quizá cuando mis hijos se vayan de casa y yo me jubile, vuelva a tener tiempo para ver vidrieras...sólo que entonces, jubilada, no tendré dinero!!! Ja, ja!!!

beetle dijo...

Ay Dana me hicistes reir con el cuento. Es la Dana de siempre, esa que siempre le ve el lado jocoso a las dificultades!

Me temo que llevo una temporada como la que narra tu amiga Verte quien tambien te comenta. El mio a los 4 aguanta el automercado, y un ratico (todo lo "aburrido" como aceite, productos de limpieza, leche, enlatados y demas que no necesito escoger lo compro on line, y nos pasamos un RATICO comprando frutas, vegetales y carnes/pescados). Pero salir a comprar ropa? Como diria Sabina... Que demasiado!

Hace dos semanas lleve a mi mama y a mi hermana de tiendas y cometi la gran estupidez de llevarme al piojo. Fuimos a un centro comercial de outlets tipo gringo super chevere.Pero entre entretenerlo y quitarselo a mis chicas de encima para que llas pudieran mirar y probarse, me lo pase fatal. Hasta tuve un encontronazo con otra mama, por primera vez desde que vivo aqui y desde que tengo hijos!

Ji,ji...... y comparativamente vas bien... Yo compro todo lo que puedo on line!

Andre dijo...

Guau no pensé q era tan dificil ir de compras con hijos, nunca lo pensé. No soy fanática de las compras, a parte soy como tu esposo, prefiero ahorrar y comprar cosas para la casa, pero ahora q lo presentan de esta manera ya estoy saliendo para ir a comprar jajaja mentira pero lo voy a pensar.

Besitos Dana y bendiciones!!!

Maria Laura dijo...

ajja y bue ya volveran aquellos tiempos jaj.. yo por eso decidi irme a buenos aires unos dias con la compulsiva ompradora de mi mama y comprar de todo .... ( obvio para joaquin jaja) y bue es que sabia que despues se complicaba, besote grande

Dana dijo...

jajaj Verte, mi marido leyo tu comentario y dijo "mira si nos toca uno de esos..." Ya te van a tocar dias de esos, cariño...

Y es cierto, lo de las compras por Internet es una bendicion. Yo compro casi TODO! menos la comida, porque no la mandan. Pañales, ropa de Maxi, pasajes de avion, plantas, tostadora. Lo bueno ademas es que en USA podes devolver todo lo que no queres (si te bancas el gasto de envio). Pero volvemos a lo mismo... No te podes probar hasta que llegas a casa y dejas a la fiera entretenida jaja

Kicku, te podria dar un recuento de mi curriculum, estudie 19 años de mi vida, tengo 2 titulos, labure mucho... pero en realidad, todo es tener suerte en la vida y debo confesar que soy muy afortunada.

Besos enormes a todas!!!

Verte dijo...

Ahí releí mi comentario porque en el fragor de la calentura ni me acordaba lo que había escrito. En defensa de mi pobre hijo debo decir que probé el antibiótico (no podía creer como podía ser tan jodido de escupírmelo en la cara) y es HO-RRI-BLE. Intomable pobrecito.
Pero como todo es una de cal y otra de arena te cuento que anoche al final se sacó las ganas con la afeitadora y se rebanó la yema del dedo mientras yo cometí la irresponsabilidad de dejarlo solo unos 15 segundos para hacer pis.
Y bue...ahora aprendió que no la tiene que tocar más.

Héctor FP dijo...

www.aickon.com

Habana dijo...

Eres, simplemente, fantastica. Besos.

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