31 de marzo de 2008

Segunda fase: mision cumplida

Llegue a la clínica unos quince minutos más temprano de lo señalado y no porque suela ser puntual, sino porque me sentía enjaulada en la habitación de hotel, además de sumar muchos por-las-dudas: por las dudas que el taxi, por las dudas que el tráfico, por las dudas que la clínica.

Llegue con la vejiga llena, como es usual en estos casos, y me ofrecieron asiento. La sala de espera se comenzó a llenar. A los dos minutos, me levante a preguntarle a la recepcionista si sabia algo de mis embriones.

- El doctor le va a explicar todo cuando la llame
- Yo se, pero muero por saber si esta todo bien… - poniendo cara de lastima -
Sonrisa. Llamada al laboratorio. Que amables son los sudafricanos.
- Dicen que aun siguen trabajando en ello.

Se que puedo ser pesada; pero no era yo. Era mi paranoia. Hojeo rápido de La Nación online. A los cinco minutos, salio el doc (en persona! eso seria poco menos que un milagro en Miami) a decirme que el biólogo estaba terminando; que tuviera paciencia. Si eso es lo que me sobra, doc, pensé; ya estoy entrenada.

- Y sabe como van las cosas?
- Se ven bien – dijo con una parca sonrisa

Los minutos iban pasando y la vejiga me mandaba mensajes cada vez mas frecuentes de “y a vos que te pasa que no me llevas al baño?”. Cuarenta y cinco minutos más tarde y con la vejiga a punto de explotar, me llama el doc a su oficina. Sin hablar, da vuelta la pantalla de su computadora y allí estaban, mis tres hermosos embriones. Casi me meo de la alegria.

- Esa foto es de ahora no?
- De hace unos minutos – responde riendo.
- Sobrevivieron tres!
- En realidad, los cuatro, pero el cuarto no es viable – dijo, mostrándome en la siguiente pantalla un embrión de 4-5 células, casi absolutamente fragmentado
- Y que calidad tienen?
- Estos dos son excelentes embriones de ocho células, y este es un buen embrión de siete, algo fragmentado. Estoy muy contento con mi bióloga.
- Dígale que yo también – respondí mirando con cariño la pantalla
- Procedemos?

Vamos a la sala de transferencias, me subo contenta a la camilla y mientras me preparan, les cuento mis aventuras con las inyecciones de progesterona y de cómo decidí finalmente tomar el toro por las astas y dármelas yo, todas las mañanas. Se ríen y abriendo los ojos grandes, me dice el doc, “eso si que es… inusual”. La enfermera me pone el liquido en la panza, helado como siempre, y comienza a girar el ecógrafo sobre el, para guiar la cánula que contiene la preciada carga.

- Auuu… - solté yo, frunciendo el ceño
- Estas bien? – responde la enfermera de la voz dulce, levantando instintivamente el ecógrafo
- Si, si, es solo que estas apretando mi vejiga y no me hago responsable por los resultados…
- Hoy mi tarea aquí va a ser fácil, entonces – añade el doc riendo.

Efectivamente fue fácil. No solo por la vejiga del tamaño de un melón sino porque mis transferencias nunca son complicadas. Adentro y afuera. Ya esta. Hoy fueron unos dos minutos. Algunos segundos mas para que la bióloga confirme que la cánula estaba “clear” y labor cumplida. Veinte minutos de reposo en silencio. Rezos, mantras y visualizaciones, para cumplir con todos y no hacerle un feo a nadie.

De la clínica fui a verla a Vicky que me hizo reposar cuarenta minutos con las agujas puestas, diciendo que esta estudiado que la acupuntura aumenta las probabilidades de éxito a un sesenta por ciento. Sesenta... que hermoso suena. Ya he tenido transferencias de tres embriones antes; solo pido que, por lo menos, uno de los tres siga creciendo. Solo pido, por una vez, estar en el lado positivo de la estadística; en esa minoría que alguna vez, lo logra.




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29 de marzo de 2008

Transmitiendo desde Ciudad del Cabo

Acabo de pasar un par de horas de las tranquilas en una librería que esta cerca del hotel. Me gusta ver libros que normalmente no veo, australianos, africanos, europeos… Me gustan las librerías y el olor a libro nuevo. Habia bastante movimiento de gente; entra un hombre de unos dos metros de altura con un niño de tres años aproximadamente, sobre los hombros, firmemente agarrado de su cabello.

- papa, me puedo bajar? – decía el niño, mientras miraba hacia el suelo desde las alturas
- Mm… no se, que opinas? – contesta el padre mirando distraídamente la contratapa de un libro
- Es que me gustaría…
- Y que vas a hacer cuando estés abajo?
- No se, pero me gusta sentir el suelo

Ya vas a tener tiempo, chiquito, de poner los pies en la tierra; por lo pronto, aprovecha a ver el mundo desde arriba…

El día de ayer comenzó con la visita al doc, que quedo muy contento con mi endometrio de 8 mm. Me dio cita para la transferencia el lunes a las 10:30 AM y me dijo que antes de llegar procederían a la descongelación. Mi paranoia sobre la descongelación y yo seguimos de la mano, pero ya me estoy habituando a ella. Le pregunte al doc si tenia alguna teoría, alguna conjetura al vuelo de por que no funciono la ultima FIV y me contesto “no lo se; esto es infertilidad; algunas veces funciona y otras no”. Que porquería las cartas que me tocan siempre. Estoy en tratativas para cambiar un par de doses que tengo en la mano que recibí esta ronda, por un brillante as de espadas. Las negociaciones avanzan positivamente; creo que llegaremos a tiempo para el lunes.

Me coloque la primera inyección de progesterona en una clínica, con una enfermera que me dejo una bola en el trasero y un moretón del tamaño de una manzana. Una deliciosa, de las grandes. Mi bola y yo nos fuimos al Waterfront en un día soleado y calido, donde comí con la encantadora Tertia, una de las bloggers más famosas de Sudáfrica. Hablamos de infertilidad, de sus mellizos, de su libro y su blog. Nunca pensé ser infértil y daría cualquier cosa porque no nos hubiera tocado este camino pero ya que me toco, no dejo de admirar la cantidad de hombres y mujeres valientes que me encuentro a cada paso. Si no fuera porque lucho desesperadamente por salir de este mundo, consideraría un honor pertenecer a el.

De allí, taxi hasta la clínica de Vicky, una acupunturista alemana rápida y eficiente, perdonando la redundancia. Especialista en infertilidad, es una mujer muy ocupada, pero gracias a los buenos oficios de Tertia conseguí que me viera. Creo en la acupuntura y Vicky me dijo que estaba abriendo el canal de la concepcion, palabras mágicas a mis oídos. El lunes tengo que volver después de la transferencia para una sesión que estimule la irrigación sanguínea y calme el útero, evitando cualquier tipo de contracciones derivadas de la transferencia de un elemento extraño al cuerpo. Mientras estaba tirada en la camilla, con las agujas puestas, repetía el mantra de Cala. Nam Myoho Renge Kyo. Me gusta como suena.

Un día muy ocupado, considerando que estoy de semi-vacaciones.

Esta mañana comencé con mi primera inyección de heparina y estoy contenta porque no tengo moretón. Seguí todas las instrucciones al pie de la letra y sobre todo, así como me recalcaron, la de no frotar el lugar de la inyección, después de aplicarla (al revés que la progesterona). Después de ver el estado calamitoso de mi trasero en el espejo, pensé que yo podía hacerlo mejor que la bestia del día anterior. O al menos, no podía hacerlo peor. Tome la aguja, la cargue con el aceite pastoso y la clave en el costado superior izquierdo de mis nalgas (te das vuelta y cuando ya no podes girar mas, ahí es el lugar de la inyección). Intramuscular. Con la zurda. Resultado impecable. Soy una diosa.

Ayer pedí agujas en la clínica para la aplicación de la progesterona y me querían dar unas muy gordas.

- no, estas son de 21G para aspirar el medicamento – le decía a la recepcionista - de esas tengo; yo necesito para la aplicación, por lo menos de 23Gauge.

Como diablos me convertí en experta de agujas y jeringas?


PD: mi notebook no tiene acentos ni esa letra que va después de la “N”, ni ninguna de esas florituras del lenguaje castellano así que sabrán perdonar la desprolijidad…



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24 de marzo de 2008

Ultima Edición

El Miedo suele ser opuesto a la Esperanza; cuando uno retrocede, el otro suele avanzar. Aunque a veces, debo admitir que se van los dos y nos dejan con cara de poker, mirando al aire. Sin embargo, el Optimismo pertenece a una especie rara; un mercenario que a veces se alía con uno y otras veces con el otro. Ya lo he dicho más veces pero mi nivel de optimismo habitual, suele rayar con la estupidez. En cada beta espera me entretengo visualizando a mis niños (siempre son mellizos), viendo la ropa de maternidad de Banana Republic y hasta eligiendo colegios por Internet. Considerando que ésta es la octava vez que hago una transferencia, tengo bien ganado mi derecho a una alta dosis de paranoia y sin embargo, pienso que esta vez, ¿por qué no? pudiera funcionar; congeladitos y todo.

Tengo empezado un escrito sobre una de esas frases que dice la gente y que se ha posicionado en el puesto número uno en el ranking de más irritantes, en mi escala personal. Y no es “¿han pensado en adoptar?”, cosa que nos volvieron a repetir hace una semana, sino “por algo se dan las cosas”. O su versión religiosa, favorita de mi ex-jefe “sólo Diosito sabe por qué hace las cosas”, hasta que un día le dije “a Ese, no lo defiendas” y nunca más volvió a abrir la boca. Quería hablar de lo ofensivas que resultan esas palabras, porque sólo dan dos alternativas: 1.- el mundo es justo y yo merezco que Dios haga lo que está haciendo o 2.- mi sufrimiento es parte del gran plan de un Dios/Universo que usa a los individuos como peones de un atroz juego de ajedrez; donde no importa quien caiga en el camino, mientras el “bien general” se mantenga. Algo así como un maquiavélico “fin justifica los medios” . Si Dios existe, me niego a pensar en un Dios cruel, egoísta o vengativo. Hay hombres torturados en el mundo, niños malformes o que han sido violados; ¿cómo alguien puede siquiera atreverse a decir “todo esto que te sucedió fue por alguna razón”? Pero este fin de semana empecé a leer un libro maravilloso que me recomendó una buena amiga. Está escrito por un rabino a quien le tocó sufrir la enfermedad degenerativa y muerte temprana de su hijo, hecho que lo llevó a replantearse su relación con Dios. Y no necesito ser judía para que este rabino llegue a mi corazón; para que sus palabras tengan cierto sentido para mí. El libro se llama “When Bad Things Happen to Good People” (“Cuando a la Gente Buena le Pasan Cosas Malas”). Es un libro extraordinario que analiza, con lógica, cada argumento que aparece de la mano de vecinos bienintencionados, hasta aplastarlos (a los argumentos, no los vecinos). Una de sus conclusiones sigue sin convencerme pero, finalmente, en los porqués de la vida, todas son preguntas. Me gustaría incorporar algo de su trabajo a mi post así que lo dejo para otro día, con más tiempo.

Por lo pronto, dejo de transmitir desde mi lugar de emisión habitual, sito en la soleada ciudad de Miami. Mi próxima edición será realizada desde la bella Ciudad del Cabo, mientras intento reponerme del cambio de huso horario. Twitter será actualizado, probablemente, más a menudo, ya que para ello sólo necesito mi Blackberry, compañera inseparable.


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23 de marzo de 2008

Video divertido

Video cortesía de Majito.
Y no es la propaganda de una clínica sino de una institución financiera... Aunque no lo crean.

(decidí bajarlo por YouTube porque me resultó imposible cargarlo por Blogger)


http://www.youtube.com/watch?v=fGhj2s4FWTA

20 de marzo de 2008

El retorno del Miedo

Tengo un par de reflexiones que hacer; están en mi lista de pendientes del cerebro, dando vuelta, impacientes, esperando su turno y aunque ya les he prometido que un día de estos, les toca el numerito, resoplan ansiosos con el ceño fruncido desde la sala de espera, mirándome con desconfianza y recelo. Sacan la Blackberry, se entretienen dos segundos con las noticias del día y vuelven a molestar, como locutor de radio AM.

Mientras tanto, dedico toda mi atención al Miedo. El Miedo de una infértil siempre está al acecho; solapado, vigilante, esperando el mejor momento para dar su estocada. Cuanto más conocimientos adquirimos, más inteligente y perceptivo se vuelve. Hace mucho tiempo atrás, sólo tenía un miedo genérico al resultado negativo del próximo tratamiento. Ahora el Miedo sabe que cada tratamiento está compuesto de muchos hitos subsecuentes y le gusta hilar más fino; cada tramo es un exámen que una debe pasar frente al Destino: ¿tendré buena respuesta a los medicamentos? ¿Habrá suficiente cantidad de folículos? ¿Fertilizarán los óvulos? ¿Llegarán al tercer día? ¿Serán los embriones de buena calidad? ¿Implantarán? ¿Tendré, finalmente, una beta positiva?

Después de un tiempo, tanto el Miedo como yo nos empezábamos a aburrir, porque es bien sabido que el Miedo no prospera en la rutina; necesita la sorpresa, la excitación del primer encuentro, el imprevisto, el descontrol. Nos mirábamos la cara con expresión de hastío y más de una vez me atreví a darle una patada en el trasero. Sin embargo, en este nuevo juego de embriones criopreservados que estamos empezando, el desgraciado encontró, finalmente, una nueva cara a esta moneda multifacética de la infertilidad y está de nuevo aquí, presente y mórbido, respirando sobre mi nuca e hinchándose de satisfacción: ¿Cuántos embriones sobrevivirán la descongelación?


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18 de marzo de 2008

Mejor me callo

Hoy tengo pocas ganas de hablar.

Podría hablar de que me llegó la medicación y comencé a tomar mis pastillas de estrógeno hace dos días, para preparar mi mullido endometrio. Pero, a una semana de irme, el hecho resulta casi intrascendente.

También podría hablar de los nuevos pecados que nos ha traído Don Benedicto con los nuevos tiempos y preguntarme si los mismos serán de aplicación retroactiva. Es decir, ¿los traficantes de antaño, ahora viviendo de sus jugosos ahorros para la vejez, tendrían un caso debatible frente al Supremo, mientras que los contaminantes actuales irían derechito a verlo a Satanás? ¿Y Bill Gates podrá zafar de la quemazón ahora que le dejó el primer puesto de riqueza a su amigo, Warren Buffett? ¿O se irán los dos juntos, a pesar de haber donado pilas gigantes de dinero de su riqueza personal a ayudar a los demás? Pero la noticia me da tanta risa, que mis mandíbulas desencajadas entorpecen la visión de mi teclado.

Podría seguir con el interesante tema de las quejas y contarles de aquella vez que estaba realizando una reclamación formal por teléfono al seguro médico de O., y la empleada no quería hablar conmigo, ya que las políticas de privacidad sólo le permitían hablar con el usuario.
- Yo entiendo lo que me dice, pero la carta de queja que usted tiene en sus manos, aunque está firmada por el, la hice y envié yo. Si usted lo llama, él no va a tener idea de lo que le está hablando. Yo le puedo dar cualquier dato de verificación que me pida.
- Pero el sabrá, por lo menos, que existe un reclamo, no?
- No, ese es el punto. En mi casa cada uno tiene distintas tareas; yo me encargo de todo lo que sea documentación, reclamaciones y envíos y mi marido se encarga del presupuesto, bancos y demás temas financieros.
- Vaya… Ustedes –con un sorprendido acento sureño- manejan la familia como si fuera una empresa…
Pero no creo que sea prudente seguir de ánimo quejoso.

Les podría contar que está quemándose el último leño en el hogar; que soy muy pobre hoy; que por una sonrisa doy todo lo que soy, porque estoy solo y tengo miedo… Uy, no, ésa era de Serrat.

Y como no tengo nada que contar, mejor me callo.


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13 de marzo de 2008

Ataque en el supermercado


O. siempre dice que le hubiera gustado ser juez. No es por el status, ni por evitar el pago de impuestos, sino por esa incontenible tendencia a regular la vida de los demás, cuando se dejan. No sé como le hubiera ido como magistrado, pero de lo que estoy segura es que hubiera sido un excelente abogado litigante. Es astuto, inteligente, irritantemente perfeccionista, nunca se queda callado y responde con rapidez a las provocaciones.

El domingo pasado paseábamos nuestro carrito por un supermercado gigantesco, mayorista; de esos que te obligan a comprar veinticinco ingentes frascos de aceitunas con carozo, en lugar de una pequeña lata de aceitunas españolas, rellenas con anchoa, como a mí me gustan. Pero dada la familia numerosa que tenemos en casa, se ve claramente la necesidad que tenemos de comprar ahí. Creo que aún tengo en casa un rollo de papel higiénico que compré en el año 1995.

Cuando una cae un fin de semana, no hay más remedio que zambullirse entre oleadas de individuos que se van moviendo por los pasillos como autómatas, en sentido contrario a las manecillas del reloj. Desde que se pone el pie en la puerta de entrada, una debe seguir avanzando a través de las góndolas cargadas de ofertas y ser lo suficientemente rápida como para ir llenando el carrito, sin detener los pies. Frenar es impensable; tampoco es posible la marcha atrás. Es un camino sin retorno y con una única salida: la caja. La primera vez que entré, fui a buscar pollo, aceite y atún y salí con lo único que pude alcanzar: arroz, salmón, aceitunas y jabón para la ropa. Con el tiempo, fui afinando la estrategia.

Iba una morocha atrás mío con el celular colgado de la oreja, riéndose y mirando al horizonte. Dos pequeños toques de su carrito en mis tobillos fueron más que suficientes para hacerme dar vuelta con el ceño fruncido. Podía haber tenido la cara pintada de verde que la fulana no se hubiera enterado, tan entretenida parecía estar la conversación telefónica. Miré hacia abajo y como era de esperarse, su carrito estaba vacío; obviamente, no se puede comprar ahí si una no está suficientemente concentrada y vigilante en la tarea.

El tercer toque fue más fuerte y solté un agudo “ouch”. Me dí vuelta con cara de enano envenenado y la mujer se apresuró a decir, sin sacar el celular de adentro de su tímpano y sin demasiada convicción, “I’m sorry”. Le dí la espalda, levanté mi mano derecha en actitud de “estoy bien pero no me molestes” y me alejé rengueando exageradamente.

O. se dió cuenta de la situación cuando me escuchó chillar y como tigre protector, frenó en seco, arqueó las cejas y se dió vuelta, listo para saltar sobre la yugular del agresor. Con los ojos entrecerrados y a pesar de mi mirada que le suplicaba que lo dejara pasar, le dijo, áspero:

- Debería tener mas cuidado.
- Ya le dije que lo sentía…

Yo escuchaba la conversación mirando hacia las baldosas, entre las ofertas del queso brie. Tiré despacito de la manga de O. para llevármelo hacia la zona de los vinos blancos, pero la falta de arrepentimiento sincero de la ofensora no hacía más que exacerbar a mi media naranja.

- Tal vez si se sacara el teléfono del oído, pudiera fijarse mejor en lo que hace.
- ¿Perdón? – dijo la atropelladora, con sonrisa irónica – Ya le pedí disculpas, ¿qué más quiere que haga?
- ¡Que maneje con cuidado, para que no atropelle a la gente! –dijo O. mirándola de frente, y parando así, riesgosamente, el tráfico.

A esa altura, yo ya estaba, arrastrada por el gentío, cerca del agua embotellada y miraba la escena de media distancia. O. se acercaba con la sonrisa de la labor educativa cumplida, y yo lo miraba con una mezcla de interrogación y risa. Como me conoce, hizo lo que hace siempre cuando quiere que me calle, me dió un abrazo de oso y me dijo:

- ¡alguien le tiene que decir las cosas! Seguro que cuando va manejando con el auto, hace lo mismo…

Héroe o Comandante en Jefe?


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11 de marzo de 2008

Seguimos con los temas de sangre

Definitivamente no entiendo a los médicos. De cosas insignificantes hacen a veces una telenovela, mientras que desechan con un simple gesto de muñeca otras cosas que, desde mi humilde silla de paciente, me parecen extraordinariamente importantes.

Por cuarta vez ayer, en los últimos tres años, los resultados de los análisis de sangre me dicen que los anticuerpos anticardiolipidos IGm están altos, incluso tomando aspirina infantil. El hematólogo dice que eso significa que tengo una propensión algo más alta que la gente “normal” para tener coágulos sanguíneos, hecho que, según él, no es un problema hasta que el embarazo no está establecido. No tengo SAF. No tengo ninguna enfermedad; tan sólo una simple, insignificante, trivial, anodina “anormalidad” que, simplemente, puede impedir la correcta irrigación sanguínea en determinadas áreas de mi cuerpo, incluyendo pero no limitado al útero.

Como siempre que el sentido común médico me falla, recurro a Google, que me muestra una enorme cantidad de estudios donde, no sólo se establece con bastante autoridad que los anticuerpos anticardiolipidos son uno de los factores más importantes en los casos de abortos recurrentes, sino que además se cree que pudieran interferir en la implantación y la división celular durante la embriogenesis.

Este artículo, uno de muchos, está sacado de una publicación médica de una agencia de gobierno (y es por todos sabidos que los gobiernos nunca mienten). Se titula “Anticuerpos Anticardiolipidos inducen a la pérdida del embarazo mediante el deterioro de la implantación embrionaria” o algo así. Concluyen diciendo que los anticuerpos reaccionan directamente sobre la pre-implantación de los embriones. El estudio está hecho sobre ratonas pero, obviamente, a esta altura no nos podemos poner de animo separatista. Para quien aún tenga sus dudas, éste está hecho sobre mujeres y también es financiado por el gobierno. “Pacientes con embarazos bioquímicos o sin embarazos tenían anticuerpos anticardiolipidos en un 20% y 16.2%, comparado con el 5.6% en pacientes con embarazo clínico”, concluyendo que estos anticuerpos “pueden jugar un rol en la implantación del embrión y en la perdida post-implantatoria temprana”. ¿Que más necesitamos saber? Como es costumbre por parte del gobierno, también tienen estadísticas, estudios y dictámenes que opinan exactamente lo contrario. Así nos dejan a todos contentos.

¿Qué son los anticuerpos anticardiolipidos(o anticardiolipina)? “Los anticuerpos antifosfolípidos son un grupo de autoanticuerpos dirigidos contra complejos específicos de glucoproteínas (en general, asociados a células) y fosfolípidos aniónicos.” “Los anticuerpos antifosfolípidos pueden dividirse en dos grupos generales: anticuerpos anticardiolipina y anticoagulantes lúpicos.”

Finalmente, le planté frente al hematólogo y le imploré humildemente que sigamos adelante con el plan de la heparina, a lo que accedió amablemente, diciendo que me quiere ayudar a que no me quede con la duda. Así que derechito fui a la farmacia con mi flamante receta y ¿lo mejor de todo? La costosa medicación está cubierta por mi seguro médico. ¡Al fin tenía que meterles algun gol!



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6 de marzo de 2008

Día 1 del ciclo

Ya estoy en cuenta regresiva. Ayer fue mi día uno del ciclo y me apliqué la inyección de Lupron. Conversación con O. en el baño, mientras yo abría la caja del medicamento:

- ojalá tuviera diez dólares por cada inyección que me he puesto – dije yo, con un suspiro.
- yo ojalá tuviera un hijo por cada cien… - susurró, sombrío, O., quien ya está de este tema hasta la altura del gorro.

Que fácil que es ir a un ciclo de congelados; sin mucha esperanza pero también sin demasiadas complicaciones. Una sola inyección, nada de controles día por medio, ni análisis de sangre, ni dosis reguladas, ni enfermeras insensibles, ni ultrasonidos, ni moretones, ni stress. Si hubiera sabido, habría producido más huevos en mis FIVs anteriores, digo yo, en un arrebato de obvia ironía. Sólo una inyección subcutánea, pastillas de estrógeno que comienzan el día 15 de marzo, un control de endometrio el 28 de marzo y transferencia el día 31, si los vientos soplan a favor.

Sólo veinte días quedan para el despegue y el optimismo del gobierno es cauto.



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4 de marzo de 2008

Más noticias

Reuters. Enviado Especial.

El Mundo Fértil sigue enviando noticias a través de nuestros enviados especiales.

El laboratorio encargado del procesamiento del material especial enviado por mi ginecólogo, luego de utilizar las técnicas de biopsia endometrial y cultivo, ha indicado que los niveles encontrados se encuentran dentro de los parámetros considerados normales.

Cierta famosa curandera de la Provincia de Buenos Aires ha indicado días atrás a la madre de mi esposo, que este último se encuentra ya libre de toda maldición, no así mi estimada menda que sigue, citando textualmente, “cortada”. El novedoso tratamiento con el que debo continuar incluye algunas hierbas como ruta graveolens y rosmarinus officinalis, más conocidas vulgarmente como “ruda” y “romero”.

Volviendo a las crisis internas, el periodo de menstruación esperado desde hace cuatro días, aún no se ha hecho notar. Los ministros a cargo analizan varias posibles explicaciones aunque se descarta la presencia de embarazo, dadas las bajas temperaturas corporales y un test realizado en horas tempranas. Si bien este hecho resulta sumamente atípico y definitivamente retrasa los planes para poner en marcha el programa de fertilización, el gobierno local se encuentra calmo y no ha anunciado aún un plan de acción.


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3 de marzo de 2008

Ensayan un nuevo método para hacer fertilización asistida

Por: THE GUARDIAN. ESPECIAL

Gran Bretaña lanzó ayer la primera prueba en el mundo de un tratamiento de fertilidad que aspira a ser más natural que la fertilización in vitro (FIV) tradicional.

Este tratamiento, bautizado in vivo development (IVD) o desarrollo en vivo, apunta a eliminar la probeta del proceso al permitir que los óvulos fertilizados se desarrollen en el vientre de la madre, en lugar de en el laboratorio.

La prueba durará un año, incluirá a clínicas de fertilidad de Nottingham y otros sitios de Europa y tiene lugar luego de una exitosa prueba piloto de pequeña escala realizada en Bélgica. Según los investigadores que abogan por esta nueva forma de fertilizar, esta nueva técnica conducirá seguramente a obtener embriones de mejor calidad, es decir, con menor cantidad de anormalidades.

"Si podemos reemplazar al laboratorio por el vientre materno en un 90 por ciento del proceso de fertilización asistida, ésta ingresará en una nueva era" comentó Simon Fishel, que dirigirá la rama británica de este experimento en el Grupo CARE, en las clínicas de fertilidad de Nottingham.

En el proceso de fertilización in vitro normal, los óvulos son fertilizados junto con el esperma y luego se los deja crecer en una placa de Petri (un cristal) que contiene sustancias químicas y nutrientes que simulan las condiciones biológicas del aparato reproductor femenino.

El nuevo tratamiento reemplaza a esa placa de Petri casi por completo. Con esta nueva técnica, cada óvulo fertilizado es insertado en una cápsula de silicona perforada de menos de 1 milímetro de ancho, que es introducida en la mujer a través del cuello del útero. Para hacerlo, se utiliza una sonda o cánula similar de un grosor mínimo. Los agujeros de la cápsula permiten que las hormonas y otras sustancias del vientre materno rodeen al embrión mientras crece. Días después, la cápsula es retirada para que el embrión pueda implantarse de manera natural.


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