Vivir la vida

La vida sigue, pero algunas cosas siguen rodando alrededor de un posible embarazo. Intento tener una vida normal y quiero pensar que la infertilidad es solo una parte de mi existencia, pero la verdad es que esa parte ocupa tanto espacio, que intentar negarlo es como pasar por la calle al lado de un elefante pintado con lunares rojos y hacer como que no lo veo. Mi calendario de los próximos meses esta marcado cada semana con un “cita Dr. A.”, “cita hematólogo”, “ir a sacar sangre”, “inicio menstruación”, “ovulación” “laparoscopia”.

Mis viajes de trabajo los programo para cualquier fecha que no coincida con la ovulación, con una cita del medico y ahora, con el descanso programado después de la cirugía. Es un milagro que entre eso y los ultrasonidos, esperas en la oficina del doctor y días de malhumor, aun conserve mi puesto. Fijar la fecha para tomarse vacaciones de un par de semanas para ir a Argentina a ver a la familia resulta una mezcla de ingenio matemático y dotes de clarividencia. Hay que coordinar primero las fechas en que yo puedo dejar la oficina (bastante flexibles) con las fechas en las que O. puede irse (poco margen de maniobra), pero además hay que ver: 1.- potencial existencia de endometriosis y consecuente tratamiento; 2.- posibilidad de empezar la próxima ronda de FIV (dependiendo de “1”); 3.- si “2” es positivo, entonces considerar fechas de ultrasonidos, transferencia, reposo y posterior ecografía (hay que considerar todas las variables); 4.- fechas en las cuales no tengamos invitados en casa; 5.- fiestas familiares varias; 6.- que los pasajes no tengan el precio de los vuelos a la estación espacial internacional y 7.- si cae un feriado en el medio, siempre es bienvenido. Viva la espontaneidad!

Pero la influencia de la búsqueda es aun más sutil y abarcadora. Tengo un traje que me gusta mucho y que compre hace mas de un año, cuyo pantalón me ha quedado siempre algo grande de cintura, defecto bastante frecuente y fácilmente solucionable con una modista. Desde el principio, decidí no arreglarlo ya que pensé que durante los primeros meses de embarazo, lo primero que se te va es la cintura y así ese traje me iba a ser muy útil hasta que tuviera la necesidad de comprar otro tipo de ropa. Lo mismo aplica para las camisas corte “princesa” que se usan ahora y los calzones sin elástico en los bordes (fantástico invento), que fueron comprados para el uso diario de mi menda presente pero a los que inconcientemente les he estado dando un doble uso imaginario. El tema es que el traje esta a punto de ser retirado de circulación por vejez mientras yo sigo tirando de la cintura hacia arriba cada vez que me levanto de la silla y las camisolas se me están pasando de moda. Y sirva todo este preámbulo al efecto de justificar la compra este fin de semana de un “skinny jean” (de esos justitos, que van apretados hasta el tobillo); si, señor.


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