3 de noviembre de 2006

Cuando es tiempo de abandonar?

Durante los primeros días después de mi fallido quinto ICSI me sentí muy cansada. Me costaba respirar hondo y se me caía el pelo mas de la cuenta; sentía que había agotado mis recursos y no tenía ningún motivo para pensar que el próximo tratamiento iba a ser mejor que los anteriores, mucho menos si lo intentábamos de forma natural. Había algo en mi cuerpo o en la unión de nuestras dos cadenas de genes que se negaba a perpetuarse y no tenía modo de averiguar por que. Un mes mas tarde aun me sentía agotada, quería cerrar los ojos y olvidarme del problema que estaba más allá de todo nivel, no ya de control, sino tan siquiera de supervisión. El nacimiento seguía siendo un misterio y tal vez era así como debía quedar, aunque ello significara que yo nunca iba a tener la posibilidad de ver a mi hijo. Algunos días me levantaba con ganas de luchar y, escuchaba la voz de O. que decía incansablemente, “vamos a poner todo de nuestra parte mientras podamos, demos gracias al cielo de tener los recursos para hacerlo y no nos obsesionemos con los resultados; mientras nos tengamos el uno al otro, todo va a estar bien.” Otros días me levantaba con ganas de patear la computadora y odiando cada segundo de mi vida desde el momento en que decidimos tener un hijo. Por ventura esos segundos habían sido también los más felices de mi vida, por lo que la ambivalencia solo lograba aumentar mi dolor de cabeza pero me mantenía en pie.

Nunca me dio envidia el resto de la humanidad pero me preguntaba que era lo que a mi me hacia tan especial. A veces, sin quererlo, me quedaba mirando a alguna mujer embarazada que veía el supermercado o en la mesa de al lado de un restaurante intentando captar el secreto detrás de sus facciones pero nada; no lograba ver el patrón común que unía a las preñadas, conjunto del cual había quedado excluida por alguna extraña razón. “Que tiene ese cuerpo que no tenga yo?” decía mi mirada inquisidora.

Como podía seguir creyendo que algún día iba a llegar a tener un hijo? Como podía seguir manteniendo la fe? Y aunque algún día olvidara la idea de tener un hijo biológico y optara por la donación de óvulos, que me garantizaba que aun así, iba a quedar embarazada? La cuestión es que en esta vida no hay garantías, ni seguridad ni seguro contra las sorpresas. Y aunque por alguna fracción de segundo me encontré en la disyuntiva emocional de seguir buscando respuestas en mi lucha contra la infertilidad, aunque ello significara mas desilusión y mas dolor o aceptar que existe la posibilidad de que quizá nunca llegue a tener un hijo y así rendirme al destino que, de todas formas, seguía haciendo lo que le daba la gana, ese pensamiento era simplemente fugaz. Alguna gente puede preguntarse cual es el impulso masoquista que me lleva a exponerme una y otra vez a tanto sufrimiento pero es que dejar de intentarlo no es una opción para mí. Porque olvidar la idea de tener un hijo es más doloroso que las inyecciones, las desilusiones y el dolor en el pecho.

Lo que me lleva a la pregunta que muchas ya se han hecho antes: cuando es tiempo de tirar la toalla? Sin temor a equivocarme, sospecho que cuando el dolor de seguir intentándolo es mayor que el dolor que supone el abandonar la lucha.

3 comentarios:

Verte dijo...

Ay Dana...Gracias a Dios tuve la inmensa suerte de quedar embarazada en mi 1° ICSI. Jamas pense que me iba a pasar, cuando arranqué con todo estaba mentalizada con que "esto recien empieza" y la sorpresa del positivo fue tan grande que creo que todavía no caigo (y estoy de 38 semanas, literalmente esperando los dolores de parto).
Siempre fue algo que pensé: cómo saber cuando decir basta? y todavía no le encontré la respuesta.
Espero que no necesites decirlo nunca. Que el "basta" sea porque tu hijo decidió quedarse con vos.
Un beso grande

Anónimo dijo...

Dana... que decirte... yo muchas veces tuve la necesidad de tirar la toalla y cuando no la tenia el hecho de no tener los recursos necesarios para empezar mi segundo intento de FIV me volvia a tirar al piso... pero no se si lamentablemente mis ilusiones, mis esperanzas siguen ahi... de pie... esperando el milagro.
Besos!

marinax dijo...

creo que para muchas de nosotras el decir basta va de la mano con la capacidad de seguir pagando los tratamientos.
bendita tu eres que tenes el recurso economico....

pero aun tambien, para las que pueden pagar infinitos tratamientos, creo que el decir basta llega solo. no hay que preguntarselo. asumo, que un dia todo deja de tener sentido.

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