27 de enero de 2009

Semana Veinticuatro

Empezamos la semana con ecografía y mediciones múltiples. Todo mide como debe, pesa como se supone (unos 650 gramos) y patalea como ciclista experimentado. Sólo sé que tiene piernas largas (más largas que la media, según la ecógrafa) y luce bien en pantalla. Seguro que será actor y ganará un Oscar.

(Perfil y Piernas )





Las mujeres que van conmigo a yoga prenatal me están poniendo muy nerviosa. Siento que soy la más burra del grupo; como cuando una iba a dar un exámen en la facultad y todo el mundo tenía la manía de hablar de tal o cual tema, cinco minutos antes de entrar a la mesa de exámen. Invariablemente, todos hablaban con soltura de algún tema colgado con alfileres o una bolilla misteriosamente olvidada por una.

Acá se repite la misma sensación de desamparo y una se pregunta cómo el verbo parir tiene tantas conjugaciones. Al fin y al cabo, las mujeres lo han venido haciendo durante muchos siglos; tampoco tiene que ser más complicado que desarrollar la teoría de la relatividad. Las quisiera ver yo con hiperestimulación ovárica; a ver si iban a tener tantas respuestas como yo en la punta de la lengua.

Para mayor escarnio, casi todas son muchísimo mas ecológicas que yo y parecen eternamente dedicadas a luchar contra los malvados obstetras que nos imponen ritos contra natura, como dar a luz en una camilla; nos llevan corriendo a cesáreas innecesarias o nos inducen a partos prematuros. Y así, estirando sus dedos índice y medio en forma de “V”, en señal de paz, y aspirando el humo de un sahumerio hindú, nos cuentan como ellas rechazarán el Pitocin, desdeñarán epidurales y exigirán amamantar a su bebé con el cordón umbilical puesto.

Por suerte, ayer estuve hablando con una mujer normal, en la oficina, que se acaba de reincorporar de su licencia por maternidad y me decía que el parto apenas fue una molestia. La indujeron por la mañana; epidural mediante, ni se enteró que tenía contracciones; a eso de la una y media ya estaba completamente dilatada y su niña nació cuarenta minutos más tarde. A eso llamo yo un parto ideal.


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14 de enero de 2009

Semana Veintidos (con foto)

Nos han mentido toda la vida. Los embarazos son de diez meses y a las pruebas me remito: el embarazo, según los médicos, dura 40 semanas y en mi semana 22, ya me dicen que estoy en el sexto mes, cuando, hasta mayo, aún faltan 4 meses. Está bien, las 40 semanas comienzan a contarse desde el día de la última menstruación, así que hay que restarle 2 semanas, pero aún así, me quedo con nueve meses y medio. Las cuentas no me dan.

Como siempre, San Google salió en rescate de mi pensamiento linear y los silogismos lógicos con los que me desayuno, y me dió esta hermosa tablita:



Aunque está en inglés, los números creo que se entienden: estoy en mi sexto mes y ¡en sólo 4 semanas entro al tercer trimestre! ¿Cómo hemos crecido tan rápido? Después entran a dar una explicación de cómo las 40 semanas siguen el calendario lunar, que cada mes tiene 4,3 semanas, que la tierra es plana y que las pirámides de Egipto fueron construidas por extra-terrestres, creo. Es decir, cálculos matemáticos y teorías aburridas para las que mi curiosidad demuestra escaso interés.

Por lo pronto, ya he dejado de repetir en la oficina, a modo de mantra “no estoy gorda, estoy embarazada”, ya que la panza antecede a mis pasos, dejando poco lugar para la duda.



(pido disculpas nuevamente por la calidad de la foto, debida a la porquería de cámara que viene incorporada a la Blackberry)

Y como el anterior debate sobre el parto fue tan interesante, vuelvo a convocar a las madres sabias y experimentadas para que me iluminen sobre cuáles son, a su criterio, las 5 cosas (materiales) más importantes para el primer año de vida del bebé. Hagamos excepción de la cuna, el cochecito, mamaderas y chupetes, que, hasta para mí, son familiares. Tampoco cuenta la sillita del auto, que es de uso obligatorio. Cuenten esos secretos que no salen en los libros. Eso que pasa de boca en boca. Las espero, lápiz y cuaderno en mano, como estudiante aplicada.


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9 de enero de 2009

Sala de partos

Esta es la sala de partos de la clínica donde daré a luz. Cualquier parecido con un quirófano es pura coincidencia...
(espero que no me toque una con cortinas rositas... ja ja)

8 de enero de 2009

Semana Veintiuno

Festejamos el inicio de semana con ecografía. Baby se movió sin parar, haciéndole la tarea más difícil a la técnica, que intentaba medirlo por todas partes. Pesa unos cuatrocientos gramos ya, y si se los sumamos a todo el acolchado que este cristiano se ha armado alrededor, debo decir que se nota. Medidas perfectas para su edad, porte aristocrático y un coeficiente intelectual privilegiado. Las dos últimas cualidades, si bien no pudieron ser confirmadas por la ecografía, las saca de su madre. Su padre sólo aporta los ojos azules y una cierta simpatía por los deportes (en especial los de ruedas).

Debo reconocer que estoy pasando un embarazo considerado “normal” y, por lo tanto, es altamente sospechoso. Aún no sé si debo decir “por fin” o si ésta es sólo la calma que precede a la tormenta. Prefiero pensar que el Destino, en contraprestación por todos los inconvenientes ocasionados, me está recompensando, cual vendedor de cocinas baratas, con un niño sano, que saldrá del vientre de su madre en quince minutos, con una sonrisa, y que dormirá la noche entera de un tirón a las dos semanas, sin saber que es un cólico.

Por otra parte, me acabo de dar cuenta que Baby, en algún momento y por algún lugar, deberá salir a verme la cara y las opciones que hay en el mercado no parecen ser muy atractivas. Si se pudiera elegir, ¿alguien se anima a definir un parto ideal?



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